La falta de ganadería extensiva en nuestros montes aumenta el riesgo de incendios. Animales como las ovejas, al alimentarse de hierba seca, realizan una profunda labor de limpieza. Además, el paso del rebaño deja senderos que se convierten en cortafuegos.
Las administraciones públicas no favorecen esta medida preventiva. La desaparición de ganaderos de ovino, bovino y caprino ha provocado que la biomasa vegetal se convierta en un material que prende con facilidad. Las consecuencias, a todos los niveles, son desastrosas.
Gestión de los campos y montes
Gestionar de forma rentable los montes y el campo depende, sobre todo, de las ayudas que llegan a través de la PAC por parte de la Unión Europea. Dichas ayudas sirven para que los agricultores y ganaderos tengan una dotación económica en compensación por los bienes públicos que producen, algo que el mercado no asume. A todos los estados miembros se les otorga cierta flexibilidad para repartir las ayudas, apelando siempre a unas buenas prácticas, como preservar el medio ambiente, controlar el bienestar de los animales, etc.
Gestión de los campos en España
En España, sin embargo, las ayudas no se reparten entre los agricultores y ganaderos con idéntico criterio que en el resto de países, donde se hace de forma equitativa, es decir, concediendo la misma ayuda básica por hectárea para el terreno dedicado al cultivo y para el terreno dedicado al pasto.
Está demostrado, el reparto español de las ayudas es muy desigual entre los agricultores y ganaderos de extensivo, hasta el punto de que el número de hectáreas dedicadas al ganado son inferiores y las ayudas menos cuantiosas.
Este mal reparto es lo que ha provocado la desaparición de los ganaderos de extensivo de nuestros montes, por lo cual se encuentran llenos de maleza. Un dato, se ha abandonado hasta el 70% de los pastos existentes.
La cuestión es que esto, que lleva sucediendo desde hace muchos años y continuará sucediendo con la nueva PAC, hace que se declaren más incendios y de mayores proporciones.
Se trata, sin duda, de una nefasta gestión de los pastos. Cabe recordar que España es el país más montañoso de la Unión Europea y el que mayor cantidad de pastos permanentes tiene, unos 18,9 millones de hectáreas según el SIGPAC.
Además, históricamente, España ha sido un país de ganadería extensiva.
El abandono de los montes
El abandono de los montes, como consecuencia de la desaparición de ganadería extensiva, ha hecho cambiar el nombre de los profesionales dedicados a esta actividad.
Hoy se les llama ganaderos a quienes son granjeros y trabajan en naves prefabricadas como empleados de la industria cárnica, que son los que pueden acceder a subvenciones sin gestionar el campo ni los montes.
De igual forma, se les llama pastores a los que trabajan en el campo a diario sin que sus esfuerzos se vean compensados con las correspondientes ayudas para evitar que renuncien a su actividad.
Esta circunstancia debería hacer reflexionar a los dirigentes para que valoren la ganadería extensiva y, además, implementen medidas que fomenten su desarrollo. El sector lleva años con una profunda crisis estructural y sigue en desigualdad con respecto a otros países europeos.
Por ejemplo, un ganadero de extensivo español recibe un pago básico de 60 €/ha; un italiano, 229 €/ha. Con estas condiciones es imposible que exista relevo generacional.