Bien es sabido que la horticultura gallega destaca por su calidad, es más, goza de un prestigio ganado a pulso durante muchas generaciones. La práctica de este cultivo, que ha pasado de padres a hijos, es una de las señas de identidad de una tierra generosa por naturaleza.
Conocer en profundidad dicha horticultura pasa por hacer un análisis de sus fortalezas y debilidades, así como de sus posibilidades y amenazas. En este sentido, trataremos por separado cada uno de estos factores desde el punto de vista de los productores, los distribuidores y la venta online.
Los productores aportan su potencial
Por orden de importancia, comenzaremos con los productores, cuyas fortalezas son múltiples. Tienen mucho arraigo en el territorio gallego, son empresas familiares y cuentan con una gran variedad de productos cuya fama es notable. Además, cultivan de forma sostenible. De igual modo, las condiciones climatológicas son muy favorables, tanto como la frescura km 0, que por cercanía, los productos van directos de la huerta a la mesa.
Entre sus debilidades figuran la falta de profesionalización y la deficiente comercialización con un marketing inadecuado. También es perjudicial la especulación por parte de los intermediarios y la existencia de fraude en el origen del producto. A todo esto, hay que sumarle la falta de cursos de capacitación y la escasez de técnicos especializados en el sector hortícola. Por último, este cultivo adolece de relevo generacional, lo cual es preocupante.
Sin embargo, también hay que hablar de oportunidades. Por ejemplo, los cursos específicos de formación, la digitalización y el trabajo en régimen de cooperativa contribuirían decisivamente a su expansión. Hay que adaptarse al mercado, mejorar la información y optimizar la presentación de los productos. Asimismo, la recomendación de reducir el consumo de carne por parte de la OMS también abre puertas, al igual que los beneficios de la dieta atlántica y el auge de la alimentación vegana.
Las amenazas son varias. Es el caso de la falta de sintonía de la Administración, la cual presta poco apoyo y mucha indiferencia. El encarecimiento de los insumos o la despoblación también causan serios perjuicios, así como la competencia desleal y, por supuesto, el exceso de burocracia para realizar los trámites.
Los distribuidores aprecian la materia prima
Las ventajas de estos actores de la cadena son evidentes. Cuentan con el prestigio que tienen los alimentos de origen gallego en los mercados interno y externo, todo un reclamo. Además, una producción tradicional inspira confianza al igual que la proximidad del producto.
Sobre las debilidades, conviene recalcar que se trata de un sector muy atomizado y poco estructurado. Las explotaciones son de reducidas dimensiones y con bajos índices de rentabilidad, lo que afecta directamente al canal de distribución.
Con respecto a las oportunidades, vienen nuevas tendencias de consumo. A esto hay que añadirle la Ley de recuperación de la tierra agraria para luchar contra el abandono o la infrautilización del suelo.
Las amenazas son considerables. En primer lugar, la inflación, que supone un problema a la hora de repercutir las subidas. Seguidamente, la Ley de envases y la Ley de residuos. Para terminar, la producción de hortalizas en países con costes muy inferiores, como es el caso de Marruecos.
La venta online como canal alternativo
La horticultura también tiene salida a través de la venta online, muy útil para complementar su comercialización, pero poco explotada. Una de sus fortalezas es mover un producto de calidad, tradicional, autóctono y de proximidad. A esto hay que sumarle la sostenibilidad y también las condiciones climatológicas que hacen diferente a esta tierra del resto de España.
Como debilidades, son muchas las que presenta. Empezamos por la falta de mano de obra cualificada y la escasa información oficial, cosas que dificultan su conocimiento. De igual forma, el acceso a la tierra cultivable es complicado, además, la capacidad de asociarse y la logística no progresan. El campo de la investigación carece de las inversiones necesarias, tanto a nivel de producto como de envase, para vender las hortalizas de forma atractiva y novedosa. Con la tecnología ocurre lo mismo, dado que su implantación y manejo están en niveles muy bajos.
Las oportunidades pasan por abrir centros formativos que enseñen su enorme valía. Además, una buena comunicación fomentaría la compra del producto local, es más, se podrían realizar campañas para promocionarlo de forma creativa. La investigación, incluso, abriría posibilidades.
Las amenazas, hoy por hoy, no se han superado. La normativa europea es confusa y desigual, tanto a escala nacional como a escala territorial en las comunidades autónomas. Además, conlleva demasiado papeleo. Lo mismo ocurre con la importación de productos hortícolas, cuya legislación no aplica las mismas condiciones a todos provocando competencia desleal. En cuanto al etiquetado, es muy genérico e incompleto. Por cierto, las grandes multinacionales dedicadas a la producción de hortalizas hacen un flaco favor a los profesionales del campo.
En definitiva, los principales indicadores señalan que el sector tiene mucho potencial, pero es susceptible de mejorar en diversos aspectos. Desde LISTE Maquinaria impulsamos el producto local porque es algo muy nuestro. Sin duda, el orgullo de una tierra cuyos frutos son de gran aceptación por sus excelentes propiedades. De ahí que su consumo vaya en aumento.