La Universidade de Santiago lidera un proyecto europeo que persigue aumentar la producción agrícola y forestal mejorando la resistencia al cambio climático.
Si el mundo sigue creciendo según los pasos que da hoy, la FAO estima que en 2050 habrá que incrementar un 60% la producción agrícola para cubrir las necesidades alimenticias. El cambio climático se aliará con este incremento de la población y no se lo pondrá fácil al campo. La agricultura climáticamente inteligente pretende mejorar la capacidad de los recursos agrícolas de forma sostenible, mejorando su resistencia al cambio climático y eliminado los gases invernadero.
Para alcanzar estos objetivos fijados por la FAO, nace un proyecto europeo que liderará la Escuela Politécnica Superior del Campus Terra de la Universidade de Santiago: Afinet. Junto a nueve países, crearán una plataforma con prácticas agroforestales que, no siendo novedosas, pueden ser desconocidas en otras regiones y albergar la solución a sus necesidades.
La coordinadora del proyecto, que cuenta con una subvención de tres millones, es la profesora Rosa Mosquera. Desde la USC se encargará de gestionar la información, por ejemplo, de actividades que pueden poner freno a los incendios forestales de Galicia. “En Andalucía la administración firma contratos con los ganaderos para que consuman el matorral para reducir el riesgo de incendios, si el ganado no pasta hasta determinada altura, recibe menos remuneración”, detalla.
Las fórmulas para dar valor al sotobosque gallego pueden esconderse, además de en España, en alguno de los países participantes: Portugal, Reino Unido, Finlandia, Polonia, Francia, Italia, Hungría o Bélgica. La comunidad también aportará ideas. “Hay muchas prácticas que pueden ser utilizadas para mejorar la producción de alimentos de calidad en el monte”, asegura la coordinadora.
Las medidas se recabarán implicando a todos los actantes, desde los investigadores a los ganaderos y agricultores. El proyecto apuesta por una investigación menos científica, basada en el conocimiento y la innovación. Los datos se almacenarán en un plataforma que se encargará de difundirlos atendiendo a las particularidades de los casos. La FAO reconoce que la materialización de las opciones en cuestión de agricultura “dependerá del contexto y la capacidad de cada país, así como de su acceso a una información más completa, la armonización de las políticas, la coordinación de los acuerdos institucionales y la flexibilización de los incentivos y los mecanismos financieros”.
En el año 2010 la FAO introdujo el término de agricultura climáticamente inteligente y desde entonces se trabaja en él. Sin embargo, es la primera red de este tipo que se crea para aportar soluciones.
Por su parte, 320 organizaciones internacionales mostraron su rechazo al concepto. Ecologistas en acción advierte de que “la definición otorga un margen para la introducción de prácticas nefastas a nivel social y medioambiental”. Defienden que las multinacionales que “promueven fertilizantes sintéticos, la producción industrial de carne y la agricultura industrial a gran escala, prácticas reconocidas por su alta contribución al cambio climático y que socavan la resiliencia de los sistemas agrícolas, se llaman a sí mismos climáticamente inteligentes”. De ahí que pidan a los políticos “reorientar su atención hacia las soluciones abordan la crisis alimentaria y climática, como la agroecología, que debería ser el pilar fundamental del marco de la política agrícola mundial”.
Fuente: www.laopinioncoruna.es